5 ideas de como inculcar la esperanza en los niños:
Vivir con esperanza es vivir feliz. Todos nacemos con ella: un niño puede esperar días y hasta meses una sorpresa o un acontecimiento; nunca pierde la fe y no se deja llevar por el desánimo. Venimos con toneladas de esperanza para usar en todo momento. Un niño es ilusión y desde la “madurez” nos preguntamos donde quedó esa lucecita que nos inspiraba y nos hacía sonreír.
Resulta que la esperanza se pierde fácilmente en el camino, es demasiado frágil para este mundo a veces oscuro y frío.
Lo primero es considerar la esperanza no como una fantasía inamovible, sino como un objetivo a alcanzar: se fija la meta a lograr, se elabora la estrategia a seguir y, por último, se mantiene la concentración hasta conseguir el objetivo.
Para que el niño esté preparado en este proceso podemos:
Darle ejemplo
Si nos ve optimistas y con ilusión se contagiará fácilmente. Debemos ser como queremos que él sea. No se suelen conseguir las cosas al primer intento.
Enseñarle a ser generoso
Si ayudamos a los demás sin esperar nada a cambio, el niño entenderá sin querer que la vida sorprende a la gente que lo necesita, y captará el mensaje positivo de este intercambio de felicidad.
Impulsar su autonomía
Animándole a hacer las cosas por sí mismo lograremos que sea cada día un poco más autosuficiente aumentando así su autoestima. Si el pequeño ve que es capaz de ir valiéndose por sí mismo, será más fácil que confíe en sus posibilidades y que tenga una ilusión real.
Observar la historia
Debemos acercarle a personajes y momentos históricos en los que la esperanza fue imprescindible para llegar donde se quería. Grandes hombres y mujeres que no perdieron la fe y persiguieron su sueño serán también un inspirador ejemplo.
Enseñarle a escuchar a su corazón
Y a no escuchar a los demás, sobre todo, cuando son negativos. Puede que tu hijo tenga un sueño que parezca en principio absurdo o muy complicado pero si te paras a pensar un poco ¿tú qué sabes si es así? Cuando alguien consigue lo imposible normalmente casi nadie apostaba por él, y aun así ha llegado a donde se proponía. Así que anima y apoya a tu hijo a la vez que le dejas claro que si no lo logra, no pasa nada. Uno se levanta y empieza de nuevo con la lección aprendida y más sabio.
No pierdas la ilusión y ellos la conservarán también. Después de todo son la viva imagen de la esperanza, así que si crees en ellos será mucho más fácil.