Movimiento anti-popotes
Los popotes están diseñados para usarse por una sola persona, una sola vez, en una sola bebida
Popote, cañita, carrizo, pajita, absorbente, pitillo, bombilla. Son tantos como sus nombres en castellano.
Desde su fabricación (que suele ser contaminante) hasta que terminan en los basureros (en el mejor de los casos), van dejando un rastro de residuos. Están en el top ten de la basura plástica en las playas; si llegan al océano, terminarán convertidos en un confeti plástico que envenena a peces y otras especies, incapaces de digerirlo. A los seres humanos también nos cuesta digerir las cifras y datos que nos hablan del daño al medio ambiente. Un reporte de la ONU, por ejemplo, indica que el océano contiene 18 000 fragmentos de plástico por kilómetro cuadrado. Es tan gigante el mar y son tantos esos contaminantes, que nos sentimos incapaces de hacer algo para remediarlo.
Se estima que el 90% de las aves marinas, ballena, delfines y algunas especies de tortugas han ingerido plástico, incluyendo popotes.
Los popotes generan demanda de recursos no renovables
Generan toxicidad y contaminación ambiental
Son innecesarios, y generan un impacto negativo incalculable
Son basura “eterna” pues no son biodegradables